miércoles, 26 de febrero de 2014

Trazar en piedra


"La obsesión por el orden externo tal vez sólo refleja
un profundo desorden interior.
El desorden externo y material tal vez sea reflejo
del cansancio que produce ordenarse por dentro.”


J.B

Empezamos a trabajar con escultura, y este artículo de Calvo Serraller me resultó sugerente desde su título al acudir a su archivo de El país como referencia para encontrar algún punto de partida en el trabajo del fin de semana, Poeta del espacio, dice, y no encuentro la diferencia con algunos arquitectos "favoritos". Este es el link, http://elpais.com/diario/2007/06/10/cultura/1181426412_850215.html, y esto algo a destacar por mi parte:

Maravilloso dibujante, dotado de un grafismo inconfundiblemente suyo, Chillida trató con tanta delicadeza la obra sobre papel que consiguió que ésta gravitara aligeradamente como una escultura. Por otra parte, su manera de activar poéticamente el espacio le permitió moverse con naturalidad en cualquier escala, por lo que sus obras más monumentales no han tenido nunca dificultad para integrarse en el medio urbano y, lo que es más raro y difícil, en los enclaves paisajísticos más comprometidos, como se puso de manifiesto, por ejemplo, con su justamente célebre Peine del viento, del que ahora se cumple el 30º aniversario de la instalación en su ciudad natal.






El viernes que fui a clase y no firmé la lista


Trazas, transformación


Picasso, un gran artista, tal vez el más grande, es un ejemplo evidente. Picasso se enamora de mujeres, una tras otra. Una tras otra se van a vivir con él, comparten su vida, posan para él. De la pasión que se enciende de nuevo con cada amante, las Doras y Pilares a quienes la suerte trae hasta la puerta del artista renacen en arte imperecedero. Así es como se hace. ¿ Y él? Pero él no es Picasso. Su sensibilidad es diferente a la de Picasso. Él es más tranquilo, más lúgubre, más del norte. Tampoco tiene los hipnóticos ojos negros de Picasso. Si alguna vez intenta transfigurar a una mujer, no lo hará con tanta crueldad como Picasso, doblando, retorciendo el cuerpo de ella como si fuera metal en un horno feroz. De todos modos los escritores no son como los pintores: son más obstinados, más sutiles.


Juventud,  Coetze



sábado, 22 de febrero de 2014

Capas, capas, capas


La condición de inacabado constante, la vuelta una y otra vez sobre un mismo principio ( desastroso en algún ejemplo, y en primer contacto con el acrílico) y la posibilidad de cambiarlo me recordaba a este pasaje de El paraíso en la otra esquina, de Mario Vargas Llosa sobre los viajes o estancias fuera de París de Gauguin:

Una semana después de terminar su obra maestra seguía retocándola, y se pasaba horas enteras delante de la tela, en observación. ¿Lo habías conseguido, no, Koke? El cuadro no revelaba una mano civilizada, europea, cristiana. Más bien, la de un ex europe, ex civilizado, ex cristiano que, a costa de su voluntad, aventuras y sufrimiento, había expulsado de sí la afectación frívola de los decadentes parisinos, y regresado a sus orígenes, ese esplendoroso pasado en el que religión y arte, esta vida y la otra, eran una sola realidad. Las semanas que siguieron a Manao Tupaupau fueron de una serenidad de espíritu que Paul no disfrutaba hacía tiempo.


jueves, 20 de febrero de 2014

It was yellow

De la composición, pasando por la interpretación más literal ( si El Greco se deja) a dejarse llevar, it was yellow.

I drew a line
I drew a line for you
Oh, what a thing to do 
And it was all yellow.

http://www.youtube.com/watch?v=yKNxeF4KMsY





Están esperando la forma que les darán mis manos

Para comenzar este blog con los primeros dibujos de encaje e interpretación de La Resurrección, El Greco,1604 (272x127 cm), no podía dejar de usar esta cita que da comienzo a esta pequeña autobiografía a modo de artículo de Zaera en Jot Down Magazine ( http://www.jotdown.es/2013/11/el-dia-que-un-arquitecto-espanol-cambio-el-mundo/)

Estas rocas están aquí para que yo haga uso de ellas —prosiguió diciéndose—. Están esperando el barreno, la dinamita y que mi voz dé la orden; están esperando que las arranquen, que las corten, que las machaquen, que las rehagan; están esperando la forma que les darán mis manos

(Ayn Rand, El Manantial)