viernes, 2 de mayo de 2014

Les dicen urban sketchers cuando quieren decir Turner.

Comenzamos con el dibujo de apuntes, el control de la prisa y el suelo mojado. 

Hay casualidades que nos regalan anécdotas o formas de mirar. Si es que ha sido casualidad las lecturas de estos meses han tenido que ver con poetas o narradores que hablan de pintura, o con novelas sobre pintores. En cualquier caso no ha sido una voluntad, no sabía de qué hablarían antes de empezar a leerlos pero todos hablaban de Picasso y de Pound, de Koons y de Eliot, de escultura. Así ha sido con Temporada de estatuas de Juan Manuel Roca, Juventud de Coetze, o El mapa y el territorio, de Houellbecq, de quien además alguien me sugirió que lo leyera a la vez que su poesía.


“La mayoría de formas nuevas no se producen partiendo de cero, sino a través de una lenta derivación desde una forma anterior. La herramienta se va adaptando poco a poco, sufre ligeras modificaciones; la novedad que resulta de ellas, de su efecto conjunto, no suele aparecer hasta el final, una vez escrita la obra. Es perfectamente comparable a la evolución animal. 

Al principio emitiréis gritos inarticulados. Y a menudo tendréis tentaciones de volver a ellos. Es normal. La poesía, en realidad, precede por poco al lenguaje articulado. 
Zambullíos en los gritos inarticulados, cada vez que volváis a sentir la necesidad. Es un baño rejuvenecedor. Pero no lo olvidéis: si no lográis salir de ahí, por lo menos de vez en cuando, moriréis. El organismo humano tiene sus limitaciones.”

Poesía, Houelbecq


Creo que he roto un poco el mundo como narración, el mundo de las novelas y las películas, y también el mundo de la música. Ya sólo me intereso por el mundo como yuxtaposición: el de la poesía, el de la pintura.


El mapa y el territorio, Houellbecq
































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